Alessandro
Estoy sentado en mi despacho, tamborileando los dedos contra el escritorio, con la mente al borde del colapso. Ha amanecido jorder, es la m*****a madrugada. Pasan ya casi 12 horas desde que Valeria desapareció y cada minuto sin saber de ella me está matando.
Matteo tiene a todo su equipo analizando las cámaras de la ciudad, buscando el rastro del maldito coche que se llevó a Emilia de la mansión, pero el tiempo pasa y no hay noticias.
Ni una sola pista. Y yo me siento impotente, atrapado en mi propia rabia y desesperación.
El teléfono en mi mano no ha dejado de sonar; llamadas de los socios, del detective, pero ninguna de la única persona a la que quiero escuchar. Valeria.
Mi pecho se siente como si fuera a explotar, y la presión en mi cabeza es constante, casi insoportable. La voz del detective resuena en mi cabeza: “Haremos lo posible, pero estas cosas llevan tiempo”. Tiempo que Valeria y mi bebé no tienen.
Matteo me llamó más temprano para informarme que mi abuelo se h