Al terminar el primer día de juicio, Marina acompaña a doña Valquíria, que estaba acompañada, hasta el taxi. Mientras ayuda a la señora a subir al coche, escucha su desahogo con un tono preocupado:
— Ese abogado del otro lado es tan aterrador. Me hace sentir miedo, con esa manera fría y esa mirada seria. No sé cómo debe ser una persona como él en la vida cotidiana.
Aunque siente el corazón apretarse, Marina mantiene la compostura. Forzando una sonrisa amarillenta, responde:
— Solo está haciendo su trabajo, doña Valquíria. En el tribunal, a veces las personas necesitan ser más duras, pero eso no significa que sean así todo el tiempo.
— Pero te miro a ti y, aun cuando estás seria, transmites una apariencia tan dulce, tan tranquila. Ahora, ese hombre… — hace una pausa, negando con la cabeza. — Es aterrador. Me dio miedo cuando se acercaba a ti en el tribunal.
Aunque siente el estómago revolverse, Marina mantiene la sonrisa amarilla.
— Solo tiene una forma firme de ser, doña Valquíria. Es