A la mañana siguiente...
 El sol entraba por la ventana cuando Vanessa se despertó. Alex aún dormía a su lado, su brazo pesaba sobre su cintura y su respiración era lenta y profunda. Se veía tan tranquilo que por un momento pensó en no despertarlo. Pero tenían cosas que hacer.
 Se removió un poco, logrando que él gruñera en protesta y la apretara más contra su cuerpo.
 —Cinco minutos más —murmuró contra su cuello.
 Vanessa sonrió y deslizó los dedos por su cabello.
 —No podemos, Montenegro. Tengo que contarte algo.
 Eso llamó su atención. Alex entreabrió los ojos y la miró con curiosidad.
 —A ver…
 Vanessa se acomodó mejor y suspiró.
 —Ayer hablé con mi mamá. Me contó más sobre Elena Duarte. Resulta que en algún momento desapareció del mapa y nadie sabe exactamente qué pasó con ella… pero mi mamá logró conseguir una posible dirección.
 Alex se incorporó un poco, apoyándose en su codo.
 —¿Dónde?
 —En un pequeño pueblo a unas horas de aquí. No es nada confirmado, pero es lo mejor que te