Hannah se detuvo frente a la puerta del hotel y contuvo la respiración al ver a varios fotógrafos apostados allí. En los tres días que llevaba rodando en la ciudad apenas habían aparecido uno o dos, salvo el día de su llegada, cuando la entrada estaba casi igual de llena que en ese momento. Después de eso, todo había estado tranquilo.
Al verlos todos se pusieron en movimiento, se escucharon los clics de las cámaras, así como las voces que los llamaban. Por un instante pensó que lo del beso finalmente había salido a la luz, pero había revisado sus redes minutos antes de salir y no había visto ninguna noticia sobre ella. Así que no podía tratarse de eso.
Teo notó la tensión en sus hombros y la rodeó con la mano en la cintura. La atrajo hacia él y le dio un beso en la cabeza.
—Relájate, cariño —susurró él—. Y sonríe para ellos.
Hannah no estaba segura de cómo, pero se las ingenió para hacer lo que Teo decía. Posó mirando hacia un lado y luego hacia el otro, con una sonrisa en el rostro.