Teo no estaba seguro de cómo salir de aquel lío sin levantar sospechas de sus padres. No tenía un motivo válido para negarse a recibirlos; cualquiera de las excusas que se le ocurrían sonaba absurda incluso en su cabeza.
—Para nada —dijo Hannah, tragando saliva mientras se aferraba a su sonrisa—. Será un gusto tenerlos con nosotros.
Teo apenas consiguió ocultar su sorpresa. No había esperado que ella aceptara con tanta facilidad, no después de que apenas mostrara entusiasmo cuando mencionó la visita de sus padres. Aunque, probablemente, se había visto obligada a aceptar.
—¿Segura que no es mucha molestia? —preguntó su madre.
—En absoluto. Como dijo antes, ya somos familia. Además, no tendría sentido que se queden en un hotel teniendo tantas habitaciones libres aquí. —Hannah volvió el rostro hacia Teo con una sonrisa impecable—. Sé que no lo hablamos antes, pero debiste ofrecerles quedarse aquí. —lo regañó con dulzura.
Esta vez Teo estaba seguro de que ella estaba interpretando un pape