LUCAS MENDOZA
Al ver salir a Daniela de la oficina, me acerco a mi madre tomándola con suavidad del brazo.
—Vete.
—Hijo, reacciona. Esa mujer está haciendo contigo lo que quiere, y tú la dejas.
—Ella no ha hecho nada, así que deja de meterla en problemas.
—Es una mosca muerta, estoy segura de que ella también quiere estar con Lorenzo.
—Ella no quiere nada con él, ella me ama a mí. Así que deja de sembrar la discordia entre nosotros, y más porque vamos a ser padres.
—Hijo, pronto me darás la razón de lo que te estoy diciendo, pero por ahora debes solucionar ese problema que se ganaron.
—Eso ya es asunto mío, no tuyo. Gabriel y yo vamos a ver cómo solucionamos todo. Esta es mi empresa y yo decido cómo tomar las riendas de esta.
—Odio que me veas como un enemigo y no como tu madre —ahora se quiere hacer la víctima. ¿Acaso se le olvidó todo lo que ha hecho?
—No te victimices, madre, no es necesario. Tú no eres una santa y sabes que has hecho cosas para dañar a Daniela, pero para