Capítulo Treinta y dos

Alexander la miró fijamente, sintiendo cómo el cuerpo de Amelia dejaba de estar completamente tenso.

Le sonrió, besándole la frente.

- Ya lo sé. - replicó. - Lo sé desde hace tiempo. - Dijo, notando como Amelia entraba en shock.

- ¿Cómo? - Cuestionó ella, dejando de bailar con él.

- Amy, no pasa nada. - Intentó tranquilizarla, volviendo a bailar con ella mientras la gente a su alrededor empezaba a mirarle.

- Helena me lo contó hace unos días. - Contestó, acercándola aún más a él. - Me lo contó todo.

Amelia vaciló, su respiración se volvió pesada y empezó a hiperventilar. Alexander, por su parte, trató de abrazarla, sobre todo cuando oyó el primer sollozo que salía de su garganta.

- Amy, no llores. No llores, por favor. - le pidió.

- Lo siento, no quería hacerte más daño. - Habló entre llantos controlados. - No quería que volvieras a sentirte traicionada, no después de todo lo que has pasado.

Alex rodeó la cara de Amelia con las manos, secándole las lágrimas.

- Has pasado por mucho par
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