- ¿Amelia? - Los golpes en la puerta y la voz de Alexander despertaron a Amelia del instante de náuseas en que yacía en la cama.
- Está abierta. - Informó, sin ganas de levantarse y continuando tumbada boca abajo en la cama.
Notó el movimiento de la silla de ruedas cuando Alex abrió la puerta y entró en la habitación. El motor empezó a hacer un suave ruido mientras las ruedas se arrastraban hacia ella. Ella sonrió débilmente, sus ojos verdes fijos en los azules de él que la miraban.
- Estás un poco verde. - habló Alex, sonriendo en un rincón.
- Me siento verde. - Contestó ella, sin hacer ningún esfuerzo por levantarse y seguir allí de pie.
- ¿Todavía tienes náuseas? - Preguntó preocupado mientras acercaba su mano a la pálida mejilla de Amelia, acariciándola suavemente.
- Sí, creo que es el cansancio. - comentó ella. - Cuidar de ti a veces es agotador. - Replicó ella, burlándose de él.
- Deberías pedir cita. - Sugirió él.
- Lo haré, en algún momento. - replicó Amelia.
Notó que él obse