Amelia le miró sin comprender.
- ¿Qué quieres decir? ¿Qué has hecho? - preguntó.
- Le hice una oferta generosa a Bill y él la aceptó. - respondió Alex encogiéndose de hombros y besando la mejilla de Amelia. - Si quieres, podemos llevártelo al puerto deportivo de Nueva York o a los Hamptons. - sugirió.
Amelia lo abrazó, besándole los labios cariñosamente.
- Gracias. - susurró contra su boca, mirándole a los ojos-. - Te quiero.
Alexander sonrió y le besó la frente.
- Y yo a ti. - respondió él.
Amelia cogió la llave de contacto del barco y la puso en marcha. El motor no tardó en rugir y el barco abandonó el muelle de Bill para adentrarse en la bahía de Charleston. Alex se acercó a Amelia, se detuvo detrás de ella y le rodeó la cintura con los brazos.
Pronto empezó a darse cuenta de que ella sabía lo que hacía. A medida que el barco se alejaba, Alex observaba con asombro cómo pasaban junto a las islas que rodeaban el puerto deportivo y la bahía, y cómo los edificios se alejaban.
- ¿Has