Capítulo 40. Distancia forzosa.
Los días pasaron de prisa.
Y la distancia entre Muriel y su jefe parecía incrementarse inexplicablemente, a pesar de que trabajaban todos los días juntos y la empresa funcionaba mejor que nunca.
Elegirla para ese puesto había sido lo más acertado.
Era evidente que ella había tomado la decisión de preservarse, física y mentalmente.
No era para menos.
Se había visto obligada a explicarle a Joaquín lo que había pasado con su padre.
Una larga e incómoda conversación, pero que llevaba años siendo necesaria.
El adolescente ya lo sabía, y estaba más angustiado por su madre, que por la suerte de su progenitor, a quien no pensaba ir a visitar jamás.
-Lo entiendo, mamá. No te preocupes por mí…
Muriel se aferraba las manos mientras buscaba palabras de consuelo que no parecieran vacías.
-Lo lamento, hijo. Debí verlo hace tiempo, detener todo esto antes de que llegara a este extremo…
Su hijo se decidió a decirle aquello que por años había guardado en su corazón, aunque fuera difícil para ambos:
-