Capítulo 18. Lucha de egos
Ambos hombres se midieron con la mirada, pese a que Hesse ni siquiera soltaba la mano suave de Muriel.
Finalmente, se rió mientras se alejaba de la mujer unos pasos.
-Veo que el joven Esquivel carece de sentido del humor. Espero que usted, señorita Márquez, sea más amigable.
La mujer sonrió sin saber cómo responder sin ofender a esos dos que parecían calcular quién era el más poderoso.
Así que cambió de tema con una sonrisa:
-Será mejor que nos sentemos a conversar, estoy segura de que una vez que comencemos a negociar, podremos conciliar… Independientemente del sentido del humor de cada quien, que no es lo que importa hoy… ¿Verdad? Pediré que nos traigan café y empezaremos. ¿Están de acuerdo?
Hesse la observó sin disimulo, pero se limitó a asentir.
-Por mí, está perfecto. Prometo no seguir bromeando con usted…
Santiago sentía una incomodidad profunda. Eran celos. Unos celos desmesurados.
En su interior eran inexplicables.
Miró alternadamente a la mujer que lo confundía y a su potenci