Capítulo 12. ¿Qué estás dispuesta a hacer por mí?
Muriel balbuceó unas instrucciones para la cena a su hermana y corrió a su habitación con su móvil.
Sus manos temblaban cuando abrió nuevamente el correo electrónico, llena de incredulidad.
Los archivos adjuntos eran fotos y videos íntimos que ni siquiera había notado cuándo fueron tomados por Javier.
Era evidente que tenían varios años, ella era un poco más joven, y obedecía cada juego que el hombre le proponía, con tal de satisfacerlo, aunque a él nunca le hubiera preocupado más que su propio placer.
Ella era dócil, sumisa… A pesar de que hoy, luego de su experiencia, ya no era así.
Su ex esposo se había asegurado de obtener imágenes claras, explícitas, y que la hacían sentir náuseas al verse, más que nada por la rabia de saberse traicionada y filmada sin su consentimiento para, años más tarde, usar todo eso en su contra.
Para algunos planos e imágenes, ella se lo había dejado muy fácil, al permitir que le vendara los ojos.
Se sintió tan ridícula y tonta, viéndose a sí misma muy ex