La ambulancia llegó con una rapidez inquietante. Los paramédicos saltaron del vehículo, con sus rostros serios, comenzando a trabajar de inmediato. Marcus, en un instante de desesperación, se aferró a la mano de Avy mientras la colocaban sobre la camilla.
-¡No la dejen! ¡Por favor! -gritó él, sintiendo el miedo de apoderarse de cada centímetro de su ser. La miraba, su respiración entrecortada, sin poder asimilar lo que acababa de ocurrir.-Tenemos que irnos, señor -dijo uno de los paramédicos con firmeza, indicándole que debía apartarse para que pudieran trabajar rápidamente.El rostro de Avy era una máscara de dolor y miedo. La vida se escapaba de ella lentamente, y Marcus lo sabía. No podía perderla, no podía imaginar un mundo en el que Avy no estuviera allí con él. Con la angustia a flor de piel, corrió junto a la ambulancia, a su lado, aferrándose a la promesa que le había hecho. No podía permitir que su historia juntos terminara así, no podía dejar qu