Capitulo Doce

No basta con que un corazón se desmorone, hace falta destruir los pedazos para que con el polvo de sus cenizas se reconstruya desde cero, fortaleciendo los cimientos y endureciendo la estructura con acero; frío y resistente.

Atenea

—¡Eres una escoria maldita! —le grito dejando que la ira se desborde en cada palabra—. Ahora entiendo por qué mi papá decidió que no eras lo suficientemente bueno como para dirigir esta empresa. Solo te interesan las zorras oportunistas y el alcohol —agrego sin moverme de mi lugar, no quiero sentirme más asqueada de lo que ya me siento.

Sale de ella sin el menor cuidado y se sube el pantalón que lo tenía hasta las rodillas, la zorra con la que se encuentra se pone de pie y se baja la falda antes de acomodarse la blusa y devolver sus senos al interior de la misma. Alberto se sienta en el sillón y la invita a ella a sentarse en sus piernas, lo cual hace complacida.

El coraje me sube por la garganta y me ahoga al ver como Alberto, mi propio hermano, profana el
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