CAPÍTULO 12

JESÚS CASTELO.

Abrí los ojos y su cabeza reposaba sobre mi pecho, la miré detallando su rostro, era una visión de dulzura y tranquilidad al mismo tiempo. Aparté su cabello sin despertarla, la puse a un lado, quité las sábanas y miré su cuerpo desnudo, esos senos firmes y medianos, sus caderas esbeltas y bellamente curvadas.

—Eres preciosa. —me incliné y comencé a besar el comienzo de sus senos, ella se retorció y seguí con mi deber. Chupé su pezón y sus delgados brazos me envolvieron acercándome a ella, un gemido brotó en sus labios.

Acaricié y recorrí con mis dedos cada curva, quité mi boca de su delicado pecho y me puse encima de ella para mirarla a los ojos.

—Buenos días Nicolle. —ella sonrió.

—Buen día mi Castelo. —apreciaba la escena que se desarrollaba ante mis ojos, su cabello esparcido en la almohada, mejillas rojas, ojos brillantes y una sonrisa cálida. Abrí sus piernas y volví hacerla mi mujer, una y otra vez.

No quería detenerme.

Ella era mía y nadie me iba a quitar
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