NICOLLE
El paseo que había dado con Jesús, me subió mucho el ánimo, le dije a una sirvienta que sería yo la que le llevara su comida al despacho pero al pasar no lo encontré por ningún lado, dejé la bandeja sobre una mesita. Y me acerqué a su escritorio repleto de documentos.
— ¿Qué es lo que te tendrá tan ocupado? —cuando toqué algo, varias cosas cayeron de su escritorio y con rapidez comencé a recogerlas, entre esos documento encontré un retrato, lo tomé y fruncí el ceño al ver que era una mujer rubia poseedora de unos claros ojos azules, era linda de cierta manera.
— ¿Qué haces Nicolle? —me sobresalté y me levanté del piso.
—Lo siento, se cayeron y solo trataba de recogerlos. —él se acercó a mí.
— ¿Qué escondes en tu mano?
— ¡Nada! —levantó una ceja.
—Odio las mentiras Nicolle. —avergonzada le entregué el retrato de la mujer.
— ¿Quién es ella?—él lo miró y sonrió de una forma que no había visto antes y comencé a sentir un profundo rencor por la mujer del retrato.
—Un anti