Capítulo 916
Al lado había una botella de pegante. La sirvienta se reía cubriéndose la boca.

—Miren, la mascota del señor es muy curiosa, lo único que hace siempre es comer y dormir en todo el día. Tiene la cara tan redonda que parece ya un verdadero cerdito.

Nadia sabía que era tonta, pero no era estúpida. Al escucharlas sabía perfectamente que estos días se habían estado riendo de ella por comer demasiado, llamándola «cerda criada por su señor». Podía fingir que en realidad no lo escuchaba, pero con el paso del tiempo no podía evitar sentirse afectada, tanto que ni le llamaban la atención las alitas de pollo que tenía en las manos. En ese momento, Nadia parecía un indefenso conejito con las orejas agachadas. Estaba muy triste y pensaba que, si se quedaba mucho tiempo en esa casa, no pararían de molestarla.

«Será mejor volver de nuevo a casa», pensó ella. Quería irse a pesar de que estaba muy bien en ese lugar y de que todos los días tenía comida diferente y su barriga estaba cada día más gordita.
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