Emma dio un paso atrás mientras movía las manos, como si quisiera describir en ese momento algo:
—¡Vaya! Señorita, es que, solo quiero decir, ¡este niño realmente es igualito a ti y al señor! Mira esos ojitos, esa nariz, esa boquita... ¡Es igual a ustedes dos!
¿Idéntico?
Luna agachó la mirada, fingiendo una sonrisa algo indiferente:
—...Ya no puedo tener hijos, si este niño se parece tanto a mí, tal vez... sea solo una simple coincidencia…
Desde el principio, Luna no lo creía. Pero más tarde, cuando este niño desnutrido y flaco, se convirtió en un bebé rellenito y blanquito, cada vez que lo miraba, podía escuchar una suave vocecita en su interior que le decía:
—Fíjate cuánto se parece este niño a ti, él es tu hijo.
Luna entendía claramente que en esta vida no podría quedar embarazada, y además... nunca podría tener un hijo. Y este niño, que se parecía muchísimo a ella y a Andrés, pero esto solo era una casualidad.
En el mundo hay gente sin lazos de sangre que se parecen mucho, eso ta