Esa medicina funcionó de manera muy rápida.
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Álvaro recibió en ese momento la llamada de Andrés y llevó a Frida de regreso a su casa junto con las fotos de Gabriel.
Al ver las fotos de Gabriel, desfigurado y siendo vilmente torturado, Abigaíl casi enloqueció.
—¡Cómo se atreve a hacerle esto a mi hijo! Andrés Martínez, ¡maldito ser despreciable! —exclamó enfurecida.
Ella ya tenía problemas mentales y, en un estallido de ira, insultó furiosamente a Andrés.
Álvaro parecía estar indiferente ante la situación. Su expresión facial se mantenía bastante serena:
—Señora, debe estar muy clara sobre lo que el jefe quiera.
Abigaíl temblaba por completo de ira:
—¿Lo hizo solo para obtener la antigua mansión de la familia Sánchez?
Álvaro sonrió, dejando muy clara la respuesta.
—Se la daré… Siempre y cuando deje de torturar a mi hijo, le daré absolutamente todo lo que quiera…
Abigaíl sacó el contrato que había guardado muy bien durante mucho tiempo en la caja de seguridad en su estudio y se lo ent