En la mesa, había medio pastel de castaña recién hecho.
—¿Sabes por qué te pedí que vinieras hasta aquí? —preguntó la anciana, Dafne Rivera.
Luna frunció un poco los labios y le respondió:
—Sí.
Dafne siguió preguntando:
—Entonces, ¿qué piensas ahora sobre Gabriel? ¿Quieres seguir adelante con esta relación? Si estás decepcionada de él, no te culparé, tampoco te obligaré a quedarte si no lo deseas. El hecho de que hayas decidido darle más tiempo significa que eres una muchacha muy racional y sabia, que tienes en realidad tus propias ideas. A través de eso, sé que eres diferente a los demás.
—En realidad, no todas las mujeres pueden ser tan racionales como tú, pero a veces, debido a tu racionalidad, Gabriel siente que estás muy distante... En ciertos momentos, también puedes mostrarle tus verdaderos sentimientos caprichosos. De esta manera, él sentirá que a ti realmente te importa —explicó Dafne mientras tomaba con ternura la mano de Luna y continuó. —Dime, hija, ¿alguna vez has tenido