—¿Y ahora ya te atreves a hacer eso? —dijo el hombre mientras se levantaba.
Luna apartó rápidamente la mirada, evitando ver aquella cosa grotesca que colgaba entre las piernas del hombre.
—Vístete y lárgate de aquí —ordenó ella.
Andrés recogió despreocupadamente la sábana del suelo y se la envolvió alrededor de la cintura, mostrando su cuerpo musculoso y contorneado. Silenciosamente salió de la habitación y se dirigió hacia la sala de estar.
Luna no esperaba que hoy actuara de manera tan obediente.
Pronto, ella también se levantó y cerró apresuradamente la puerta. Se dirigió al armario para cambiarse de ropa.
Después de tomar las pastillas para dormir, debido al efecto del medicamento, había olvidado cómo Andrés había llegado a su cama.
La habitación no estaba muy insonorizada. Escuchó algunos sonidos procedentes de la sala de estar. Después de vestirse, recordó algo y se dirigió con rapidez a la sala para terminar el cuadro que había dejado a medio hacer.
Hace unos días, había visto u