Capítulo 337
Luna le sirvió un tazón de sopa de pescado a la anciana, puso la cuchara y lo llevó frente a ella.

—Está un poco caliente, ten cuidado, abuelita.

La anciana Sánchez:

—Esta exquisito.

Luna: —Abuelita, ¿te perdiste? ¿Recuerdas dónde vives?

En ese momento, se escuchó el sonido de un coche afuera, Luna miró hacia allí y vio que una Cayenne estaba estacionada afuera de la puerta.

Gabriel, débil, bajó del auto y vio la luz encendida en la sala.

¿No se ha dormido aún?

Al siguiente segundo, la puerta se abrió, Luna vestida con un camisón blanco. La luz de la luna caía sobre su piel, ella parecía brillar. Cuando la vio, Gabriel sintió una emoción inexplicable en su pecho, se sintió cálido por dentro, una sensación de confort y felicidad por su presencia allí.

Gabriel acarició su cabello junto a la oreja:

—¿Por qué no te has ido aun a dormir?

Luna se quedó en blanco, nerviosa, agarró instintivamente los lados de su camisón, con una ligera sonrisa en los labios:

—Cociné pescado, está en la olla,
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