Capítulo 309
—Pero no tienes necesidad de hacerlo...

—Incluso si no nos das nada, sigues siendo mi mejor...

¡Amigo!

La última palabra no fue pronunciada, solo se escuchó un estruendoso estallido de fuegos artificiales, desplegando un esplendoroso resplandor dorado en el estrellado cielo nocturno...

Con cada explosión, uno tras otro, todos los hogares lanzaron fuegos artificiales.

La luz de colores brillantes y destellantes fuegos artificiales cayeron sobre el rostro de Gabriel, mientras él miraba fijamente los fuegos artificiales fuera de la ventana, perdido en sus pensamientos.

Luna se volteó, tragándose la palabra que no había pronunciado, sosteniendo una taza de caldo reconstituyente en la mano, recordando las palabras de Adolfo...

Olvidémoslo, mejor espero a que se recupere.

—Después de terminar el caldo. Vamos a ver los fuegos artificiales.

Una sonrisa apareció en los labios de Gabriel.

—Está bien.

En el jardín trasero de la Mansión del Sol, debajo de un árbol, ambos se sentaron en un columpio
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