Luna pensó, que no terminarían tan rápido, así que bajó a buscar algo de comer, sin esperar encontrarse con semejante situación.
Fingiendo no saber nada, dijo:
—¿Qué le sucede a Isabel? La vi subir apresuradamente hace un instante.
Andrés la miró fijamente, con una expresión sombría en su rostro:
—Eso no es asunto tuyo, y no preguntes más. No hace mucho tiempo que cenamos, ¿por qué tienes hambre de nuevo?
Ella dio un leve mordisco al pan:
—Simplemente tengo hambre. Voy a subir. —dijo Luna mientras daba un paso, pero Andrés se interpuso en su camino.
Luna se puso alerta y retrocedió al instante un paso:
—¿Qué pretendes hacer?
—Acompáñame al hospital.
—No voy a ir. —se negó rotundamente Luna.
Andrés miró a Luna, que estaba encogida a un lado, frunciendo el ceño. Agarró muy fuerte su mano y la llevó fuera de la casa.
Hasta llegar a la sala.
Luna casi dejó caer la leche que tenía en las manos:
—Deja de ser tan brusco. ¡Casi se me cae la leche!
—Bébela entonces en el coche.
Sin darle tiempo