Sofie miró Katrine con los ojos entrecerrados, aún sorprendida por su emoción.
—Mamá, mira —gritó Emma, en ese momento, subiéndose a una pequeña escalada.
—Muy bien, mi amor. Pero ten cuidado —repuso Sofie, mirándola por un momento y esbozando una sonrisa, antes de volverse hacia su amiga, con el ceño fruncido—. ¿De qué hablas, Kat?
Katrine dio un paso más hacia ella y la tomó de la mano con fuerza, mientras lanzaba una mirada rápida en dirección a los niños, diciendo:
—Ven, nena. Es mejor que hablemos a solas.
Sofie asintió, aunque su confusión no hizo más que aumentar.
—Chicos, quédense aquí un momento. Pórtense bien, ¿sí? Ya regreso —les pidió, con una mezcla de autoridad y dulzura que rápidamente los calmó, e hizo que los tres asintieran de inmediato.
Acto seguido, Sofie se levantó ahogando un suspiro y siguió a Katrine hasta el pasillo. Allí, fuera del alcance de las miradas curiosas de los niños, se cruzó de brazos y la enfrentó.
—A ver, Kat ¿Qué sucede? ¿Qué es tan urgente? —pr