Capítulo 25

A la mañana siguiente, desperté envuelta en sus brazos, con la luz del amanecer filtrándose a través de las cortinas. Dimitri aún dormía, su rostro relajado, como si la tensión del día anterior se hubiese disipado entre mis besos.

Con cuidado, me deslicé fuera de la cama y tomé su camisa del suelo para ponérmela. Caminé hasta el baño y me miré en el espejo: mi cabello desordenado y el rubor en mis mejillas eran testigos de la intensidad de la noche.

Cuando regresé a la habitación, Dimitri se había sentado en la cama, su mirada fija en mí.

—¿Por qué te levantas tan temprano? —preguntó con voz ronca.

—Tengo que preparar a Azad para la escuela.

Se pasó una mano por el cabello, despeinándolo aún más, y sonrió con ese aire despreocupado que me hacía temblar.

—Ven aquí —pidió, extendiendo una mano hacia mí.

Negué con la cabeza, divertida.

—Si voy, no saldré de la cama en toda la mañana.

Dimitri rió, pero antes de que pudiera insistir, su teléfono vibró en la mesita de noche. Su expresión ca
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