La tensión en la sala era evidente. Adelia apretó los labios, su mirada oscilando entre Dimitri y Denis, como si su mente trabajara a toda velocidad para encontrar una forma de retomar el control.
—Eso no estaba en los planes —musitó, intentando mantener la compostura.
Dimitri la miró con frialdad antes de responder:
—El problema, Adelia, es que aquí no se trata de lo que estaba en los planes. Kate es mi esposa y, como tal, tiene tanto derecho a estar aquí como cualquiera de nosotros.
Denis sonrió con diversión mientras se acomodaba en su asiento junto a mí.
—Bien, ya que todos estamos presentes... —dijo, entrelazando las manos sobre la mesa—. Creo que es hora de discutir lo realmente importante. Quiero que me pongan al día con todo lo relacionado con la compañía antes de tomar cualquier decisión sobre mis acciones.
Adelia lo miró con irritación, pero no tuvo más remedio que asentir.
—Por supuesto —respondió con una sonrisa tensa—. Aunque, como mencioné antes, había asumido que me dar