Punto de vista de Bill
Abrí los ojos con confusión, sin reconocer dónde me encontraba. La habitación permanecía en penumbra y yacía en un sofá, no en mi cama.
Me incorporé lentamente, tratando de disipar la niebla en mi cabeza. Lo último que recordaba era haberle dado un puñetazo a Max y luego haber ido a un bar para ahogar la noche con tragos.
Después, todo se convertía en fragmentos inconexos: fugaces destellos de luces, el sabor áspero del whisky y sonidos que llegaban amortiguados a mis sentidos.
Observé un vendaje que envolvía mis nudillos magullados; el dolor se había reducido a una molestia sorda al mover los dedos. La meticulosidad del vendaje revelaba que alguien me había cuidado cuando estaba inconsciente.
Todavía desorientado, miré alrededor de la habitación buscando pistas para confirmar dónde estaba.
Sobre una mesa cercana descansaban exquisitas joyas elaboradas. El estilo era distintivo, claramente obra de alguien con destreza.
Al reconocer el diseño y la artesanía, me di