Punto de vista de Serena
En aquel instante, el rostro de Doris se transformó con furia cuando se abalanzó sobre mí, tensando cada fibra de mi ser. Mi primer instinto fue proteger mi vientre con mis manos mientras retrocedía intentando poner distancia entre nosotras, hasta que sentí el frío y duro barandal de la azotea contra mi espalda, quedándome sin espacio para moverme.
Doris parecía como una tormenta desatada, con sus ojos desorbitados llenos de rencor y rabia dirigidos únicamente hacia mí. "¡Si yo me hundo, tú te hundirás conmigo!" Bramó, con palabras que cortaban el aire cargadas de veneno y desesperación.
"No, Doris", logré responder. "No voy a dejar que me arrastres a tu locura, ya no más".
Me encontraba atrapada, sin salida posible, con el vacío a mis espaldas y una Doris enfurecida frente a mí. El miedo me invadió, no solo por mi vida sino por la de mi bebé. Nunca la había visto tan fuera de control ni tan decidida a hacerme daño, como si toda razón hubiera desaparecido, deja