Punto de vista de Serena
—¿Qué te pasa, Mateo?
La pregunta salió de mi boca antes de poder suavizarla. Todavía estaba tensa por cómo disparaba, una y otra vez, con una energía furiosa que no cuadraba con él. Solía ser tranquilo, incluso un poco arrogante. Pero esto fue distinto, más oscuro.
Me miró y su cara cambió.
—No es lo que crees —dijo bajito—. Perdón. No quise pasarme.
—¿Entonces qué es? Porque desde el principio te dije que no quería que esto fuera solo una excusa para descargar tu ira. —Hice una pausa, estudiando su rostro—. ¿Estás acá por lo de tu mamá?
Él negó con la cabeza.
—No, no es eso —murmuró, mirando el arma antes de dejarla en el mostrador—. Hay... otra cosa.
Lo observé en silencio. Se notaba que estaba luchando con algo. Apretó la mandíbula y se movió inquieto, sin mirarme. Este no era el Mateo de siempre, el que sonreía con confianza. Ahora solo parecía... cansado.
—¿Entonces qué es? —presioné, más suave esta vez, sintiendo que había algo importante allí. Algo que