Punto de vista de Serena

Adam me condujo por una calle lateral, y no pasó mucho tiempo antes de que la multitud de Rodeo Drive se disipara. El callejón estaba vacío, oscuro e inquietantemente silencioso. Mis instintos me gritaban que diera media vuelta, pero antes de que pudiera decir algo, Adam se volvió hacia mí con el rostro desfigurado por la ira.

—¿Qué demonios fue eso, Serena? —Espetó con voz baja, pero vibrante de furia.

Parpadeé, desconcertada por la intensidad de su mirada. —¿De qué estás hablando?

—Ese tipo, Mateo —escupió mientras cerraba los puños—. ¿Crees que no vi cómo te miraba? ¿Cómo puedes estar con otro hombre cuando se supone que hay algo entre nosotros?

Di un paso atrás con el corazón acelerado. —Adam, no hay nada entre nosotros. Solo somos...

—¿Solo qué? —Me interrumpió, elevando la voz—. ¿Crees que estoy ciego? ¿Crees que no veo cómo te mira? ¿Cómo le hablas? —Dio un paso hacia mí, reduciendo rápidamente el espacio entre nosotros—. Pensé que eras mía, Serena.

—¿Tu