Al mediodía, la Sra. Amélie nos reunió a todos para una última charla. Estaba elegante como siempre, pero su voz sonaba más cálida.
—Han hecho un trabajo excepcional —dijo, mirando a cada uno de nosotros—. Este campamento no solo trataba de técnicas o habilidades. Se trataba de ir más allá de lo que pensaban que eran capaces. Los he visto crecer, y estoy orgullosa de lo que han logrado.
Sus palabras me tocaron más de lo que esperaba, y sentí un nudo en el pecho. Pensar que hacía unas semanas dudaba si siquiera debía estar allí… y ahora no me imaginaba no ser parte de esto.
—Esto no es el final —dijo, con voz firme—. Es el comienzo de su camino. Se irán de aquí con más que conocimientos, se irán con la confianza de llevar su arte más lejos. Han demostrado que son capaces de cosas grandiosas. No lo olviden.
Al terminar, todos aplaudimos suavemente. Comenzaron las despedidas: abrazos, risas, lágrimas, promesas de mantener el contacto. Fue un momento agridulce, sabíamos que esa etapa termi