Punto de vista de Bill
Kevín dio un paso más cerca, y pude ver la rabia hirviendo en su rostro. Sus puños estaban apretados a sus lados, con los ojos fijados en mí, ardiendo con un odio que no podía entender.
Doris nos observaba con una sonrisa torcida, apoyada contra la pared, como si se estuviera entreteniendo con todo.
—Adelante, Kevín. Haz lo que necesites hacer. Bill no va a responder. Está demasiado preocupado por su preciosa Serena como para preocuparse por él mismo.
Mantuve la mirada fija en Kevín, tratando de calcularlo, buscando una manera de poder calmarlo.
—Kevín, escúchame —le dije, con voz firme, aunque mi corazón latía con fuerza en mi pecho—. Tienes razón. Te quité a Max, y no puedo cambiar eso. ¿Pero vas a matarme? Eso no lo va a traer de vuelta. No va a arreglar nada.
Los ojos de Kevín brillaban con ira mientras apretaba más sus puños.
—No tienes ni idea de lo que pasé, Bill. La agonía de no saber dónde estaba Max, si estaba vivo o muerto. Y luego, un día, como si nad