Punto de vista de Serena

Bill y yo nos encontrábamos frente a mi apartamento, el calor del sol de Malibú aún persistía en nuestra piel. La brisa jugaba con mi cabello, y todavía podía sentir la suave textura de la arena en mis piernas. Saqué las llaves de mi bolso, y el sonido del metal rompió el cómodo silencio entre nosotros.

—¿Te divertiste hoy? —Preguntó Bill. Su sonrisa tenía ese encanto juvenil que lo hacía parecer despreocupado. Era diferente a lo que estaba acostumbrada a ver; normalmente se mostraba tan estresado con todas sus responsabilidades como director ejecutivo.

Le devolví la sonrisa, sintiendo un revoloteo en mi pecho. —Sí, fue una cita divertida.

Los ojos de Bill se iluminaron y me señaló con un destello juguetón. —¡Ajá! Entonces sí fue una cita.

Puse los ojos en blanco. —Solo entre amigos, Bill.

Él se rio, ese brillo travieso se intensificó en su mirada. —¿Amigos que se toman de las manos y ven puestas de sol juntos?

Sentí que mis mejillas se calentaban, pero mantuve