Punto de vista de Bill
Serena hizo trizas el cheque de 10 millones de dólares que le entregué, arrojando los pedazos a mi cara como si fueran simples papeles sin valor. ¡Qué descaro!
Antes de que pudiera articular una sola palabra, ella giró sobre sus talones, corrió hacia su apartamento y cerró la puerta de un portazo que resonó por todo el pasillo.
¡Mierda! Tenía un don para sacarme de quicio. Si hubiera sido mi casa, habría derribado la puerta de una patada y entrado sin más.
Tratando de controlar mi frustración, terminé golpeando frenéticamente su puerta. "¡Eres imposible, Serena!", grité. "¡Abre o te juro que voy a romper esta puerta! ¡No me provoques!"
"¡Vete al diablo, Bill!", respondió Serena furiosa. "¡Lárgate ya o llamo a la policía y empiezo a gritar como loca!"
¿Estaba yo siendo demasiado agresivo? Parecía tenerme miedo. Respiré profundo y decidí marcharme. Hablaría con ella más tarde, cuando tuviera la mente más clara.
"Bien, me voy. Solo no armes un escándalo", dije antes