En Mayfair, Anabelle se alojó junto con su nana y demás empleados en el Mivart's; un hotel de lujo, ocupando varias habitaciones de un piso completo y privado. Habían llegado hace dos días y en ese instante se estaba alistando para asistir a la boda del duque de Lancaster, mejor amigo de Thomas, donde estaba segura lo encontraría. Aquella idea fue, por supuesto, del marqués de Lys quién le solicitó fuera su acompañante.

La joven aristócrata americana, había escogido un vestido azul cielo, salpicado con perlas en el escote y la falda que realzaba su figuraba y combinaban con sus bellos y chispeantes ojos. Su piel blanca contrastaba a la perfección con la tela y llevaba unos pendientes de zafiro bellísimos, pero que no le hacían justicia a su belleza.

—Serás la envidia de todas esa jovencitas tontas, mi niña —aludió la señora Emily, con un fino collar de oro blanco y colgante sencillo de diamante. Se lo colocó en el cuello, en tanto Anabelle seguía sentada en el tocador y una de las muc