Una esposa para el conde. Capitulo 28
—Es ella… —musitó Alexander, dirigiendo la mirada hacia lady Vanessa, que se encontraba en compañía de un grupo de señoritas, departiendo amenamente.
Anabelle fijó sus ojos azules en la mujer en cuestión y no pudo negar que era preciosa. Presionó sus labios con rectitud y un nudo se formó en su garganta. Tenía sentido que el conde la estuviera cortejando pues era una joven bellísima y de exquisitos modales; cualquier hombre caería rendido a sus pies.
—Es una joven preciosa, tiene buen gusto, marqués. —«Y el conde de Essex también», le recordó su conciencia.
—Yo la veo con ojos de amor, señorita Madison, por supuesto que para mí es la más hermosa, pero usted no tiene nada que envidiarle, ¿o no se ha percatado de que ha acaparado la atención de todos los caballeros? —Le susurró Alexander, señalando al conde de Rutland y un selecto grupo de caballeros que la observaban con evidente admiración—. ¿Quiere que se los presente? —indagó, en tanto Anabelle paseaba la mirada alrededor del salón.