— ¿Cuándo pensabas decírmelo? — La frase de la rubia quedó colgando en el aire como una amenaza subyacente de que él había hecho algo muy mal, pero Connor no entendía el qué.
— Cariño, no entiendo de lo que me hablas…
Audrey se mordió el labio y lo pensó por unos segundos antes de darse la vuelta.
— ¿Cuándo ibas a decírmelo? — repitió con un tono de voz lleno de angustia y desesperación, de confusión y temor mientras se estiraba el cuello en V de la camiseta que llevaba puesta, dejando la cicatriz casi al descubierto — ¡Esto! Connor, ¿Cuándo me ibas a decir que siempre la amaste a ella, que nunca dejaste de amarla, ¡Y que estás tan enfermo que la ves a ella en mí!
El rostro de Connor palideció en acto, ella pudo notarlo, las náuseas se apoderaron de su estómago y sintió cómo las piernas se le aflojaban, se acercó a la mesada y debió sujetarse también de ella para no perder el equilibrio.
¿Qué estaba pasando? ¿Quién carajos se lo había dicho?
— Audrey, escúchame… — Dijo en voz baja, la