Una esposa para el conde. Capitulo 35
Cuando estuvo completamente desnudo frente a ella, tragó grueso y emitió un hondo y largo suspiro. Sus instintos más bajos lo llevaron a situarse a milímetros de Anabelle, cuyo mechón de pelo rojizo tomó entre sus dedos, oliéndolo como si fuera lo más exquisito del mundo. Ella lo observaba extasiada, con la boca entreabierta y húmeda, incitándolo de un modo inconsciente a tomar aquellos apetitosos labios que le supieron a gloria.
Se abalanzó sobre esa boca y su trato sutil de hace instantes, cambió bruscamente. Estaba perdiendo el quicio, y comenzó a besarla con violencia, estrujando su cuerpo con urgencia.
La piel de Anabelle ardía bajo las manos del conde; sentía que la carne le quemaba, que perdería la razón en cualquier momento y levantó sus brazos alrededor del cuello para afianzarse más al hombre que la estaba atormentando. Sus interiores desaparecieron y en un pestañeo, se encontraba de nuevo siendo cargada por el caballero que la depositó con suavidad en el lecho.
Expectante,