Una esposa para el conde. Capitulo 32
El viaje hasta la residencia del conde se produjo en un silencio tenso, pues Anabelle se moría de los nervios al sentir la profunda mirada de Essex sobre ella. Tenía sus manos presionando con fuerza los pliegues del chal que cubría sus hombros, aunque sentía como una fina gota de sudor se deslizaba desde su nuca, por su espalda. Las rodillas le temblaban tanto, que si no fuera porque estaba sentada, se habría desplomado sin remedio. Suspiró profundo.
Essex se removió inquieto frente a la bella pelirroja que disimulaba mirar hacia el exterior para huir de su mirada. Sentía una gran necesidad de tenerla cerca, pues su indiferencia junto con el aura soberbio que trasmitía debido a su fuerte carácter, lo estaban enloqueciendo. Sin embargo, tuvo paciencia y a medida que el coche avanzaba, algo en lo profundo de su ser le decía que la espera valdría la pena.
Cuando llegaron a Essex House, Thomas la ayudó a bajar y la joven contempló asombrada la fachada de la imponente residencia.
—¿Entramo