Demian se acercó a Claudia y la ayudó a levantarse. Los empleados observaban lo sucedido, atónitos, mientras otros grababan con sus celulares lo ocurrido.
Mariam trató de disimular el nudo en su garganta; le molestaba que su esposo sintiera pena por esa mujer. No era mala ni egoísta, pero Claudia no merecía nada. El karma se estaba haciendo cargo de ella.
Quizás su esposo solo sentía lástima.
La mujer se aferró a su esposo llorando desconsoladamente, como una mujer necesitada.
—Te llevaré a tu departamento.
Demian empezó a caminar en dirección al ascensor. De reojo observó a su esposa mirándolo; parecía estar molesta, pero luego arreglaría las cosas con ella. No podía ser tan cruel y dejar a Claudia sola después de lo sucedido.
Las puertas del ascensor se cerraron.
—No puedo ir a mi departamento, él irá a buscarme y yo... —la joven empezó a llorar de nuevo.
Demian recordó su antiguo departamento, el que usaba cuando cumplió la mayoría de edad.
—No te preocupes, me haré cargo.
Mientras