No entendía por qué me sentía así con ella; era extraño. Solo de pensar que seríamos solo amigos, lo sentía.
—Es la mejor amiga de la esposa de tu primo; no deberías involucrarte —me atacaba mi conciencia.
Llegué a mi departamento y me sorprendió encontrar a Alice esperándome. No podía creer que tuviera la audacia de buscarme.
—Amor, te he esperado todo el día, ¿dónde estabas? —se acercó de manera melosa.
—Creo que te dejé claro la última vez, no deseo volver a verte. Por desgracia, me di cuenta de que nunca me amaste, aunque yo lo habría dado todo por ti —reí sin humor—, aunque ahora veo con claridad que solo eres un rostro bonito con un corazón frío.
—Cariño, no me hables así, es culpa de Juliette y de su amiga, te metieron malas ideas en la cabeza.
Nombrarlas me enfureció… o más bien, nombrar a Chloé; ¡ella era mucho más mujer que Alice!
—Basta, será mejor que te vayas, ya no eres bienvenida aquí —su rostro cayó—. Deja de culpar a los demás de tus errores, Alice.
Decidí escoltarla