Camila
Estaba tirada en la cama, con las piernas cruzadas y una almohada apoyada contra mi vientre.
Margot, alias Tronchatoro, no me dejaba moverme demasiado. Según ella, por "prescripción médica". Pero sinceramente, si alguien necesitaba un diagnóstico era ella.
No había visto a alguien tan obsesionado con el protocolo desde que Joaquín intentó usar la fotocopiadora en su época de pasante.
Deslicé el dedo por la pantalla del celular. Estaba leyendo una novela en Dreame para distraerme.
"Hades recorre mi hømbro, dejando besos húmedos en su camino hasta mi pezøn, mientras sus dedos juguetean con mi fem¡nidad.
Zadquiel est¡mula mi capullø, haciendo círculøs lentos alrededor de él, mientras Hades me penetra con dos dedos de una sola estøcada..."
Me mordí el labio inferior.
—Madre santa... —susurré. Sentí el calor subirme desde el pecho hasta el rostro. Las mejillas me ardían.
¿De dónde sacaban semejantes ideas… llenas de tanta pasión?
Porque, ¡uff! El cuerpo me vibraba y mi zona ínt