Estaba confundida, con la cabeza palpitando al ritmo de mi corazón desbocado, pero en el fondo sabía perfectamente a lo que se refería. La pregunta resonaba en el aire viciado de la habitación: ¿Estás dispuesta a vivir así?
La realidad me golpeó con una fuerza brutal: realmente no sabía quién era Damián Rocha.
Al principio, cuando todo esto empezó, Damián solo era mi jefe. La figura imponente y distante detrás del escritorio de caoba en la planta ejecutiva. Fue quien me extendió la mano cuando terminé la universidad con honores pero sin contactos, cuando ninguna empresa me abría las puertas. Él fue el único que vio algo en mí y me ayudó, dándome una oportunidad que incluso Jasper —siendo mi novio y supuestamente mi apoyo— había ignorado, demasiado ocupado en sus propias fiestas y dramas para notar mi desesperación profesional.
Desde entonces, para mis ojos, él se había convertido simplemente en el mejor amigo de Jasper. Era su sombra perpetua. Siempre ahí, en el borde de la foto, impe