Capítulo XXIX: Hendrik (Parte Uno)Después de esa noche, Josh había comenzado a tener un gusto extraño por dormir acompañado, que ya no se hallaba cuando dormía solo en su cama de dos plazas, por lo que, cuando caía la noche, por puro instinto sus pies siempre solían dirigirse al único sitio que consideraba su lugar seguro.Desde esa noche, él ya no podía conciliar el sueño, sin estar al lado de Leyna y poder aspirar su aroma a vainilla.Por eso cada noche, Josh se ponía su pijama y se pasaba a la cama de Leyna, la abrazaba con fuerza por la cintura y así podía descansar unas horas de su escaso sueño interrumpido por todos los problemas que se estaba callando.El olor a vainilla de Leyna era lo único que lo mantenía centrado para no perder el control.Después de haberse mostrado tan vulnerable ante los ojos de ella, él agradeció internamente que los siguientes días Leyna no tocará aquel tema que lo ponía entre las cuerdas, si no que, al contrario, ella siempre, cada noche, le esperaba
Capítulo XXX: Hendrik (Parte Dos)Leyna salió de la habitación y notó el terrible silencio del pasillo.Ella dio vueltas un par de veces, sin encontrarse ni siquiera con los empleados que trabajaban en el lugar.Los días que llevaba se dio cuenta que esa ala de la mansión solía ser privada y solitaria, ya que era el lugar en donde Josh más frecuentaba. Sus pies se detuvieron en una amplia entrada de dos puertas de madera de roble. Conocía a la perfección que ese era el despacho de su prometido, porque Josh hace días le había mostrado cada parte de la hacienda. Leyna golpeó la puerta dando dos toques y al no oír respuesta, decidió pasar al despacho de Josh. Solo asomó su cabeza y vio al gran Ceo, imponente y guapo, sentado en su escritorio de roble brillante con un montón de papeles encima. El remolino de emociones se acentuó en su vientre.Él tan solo llevaba una playera blanca y un pantalón de pijama negro. Su cabello rubio castaño claro como el sol estaba desordenado y se notaba a
Capítulo XXXI: La voy a PerderLa tarde del martes llegó demasiado rápido, que Josh ni cuenta se dio, cuando Amelia ya estaba en el vestíbulo esperándole, lista y ansiosa para el reencuentro con su hijo menor. Ella le había pedido a una de sus empleadas que empacaran los dulces favoritos de Hendrik.Josh cuando la vio tan solo hizo una mueca, ya que su madre nuevamente vestía elegante con un traje de dos piezas color crema y bisutería sencilla en oro amarillo. —Cambia esa cara —le pidió Amelia luciendo una sonrisa de oreja a oreja—. Estas nuevamente como si te hubiera arrollado un tren.—Sabes lo que pienso de tus atuendos caros —dijo Josh dándole una mirada de reproche a su madre.Amelia juntó sus cejas en una V y negó con la cabeza.—No es por aparentar ni por creerme más que los demás, tan solo demuestro la clase y la elegancia que tengo y que tiene el apellido de mi difunto y amado esposo —repuso su madre—. Sabes que la gente te trata como te ve. Mi educación y mi crianza me lo e
Leyna Keller se mantenía sentada, pero con las piernas estiradas en aquella camilla de aquel hospital público. Su mirada azul carente de emociones buenas estaba fija en aquel ventanal que daba vista hacia la caótica ciudad, sin embargo, su lenguaje corporal la delataba.Su cuerpo pequeño estaba tenso y adolorido, su estómago revuelto como un remolino y sus manos frágiles y delgadas empuñaban con fuerza las sabanillas que tapaban sus piernas desnudas y llenas de moretones violáceos, mientras no dejaba de morderse el labio inferior con brío.Ella era un caos en sí misma, ya que intentaba recordar algo, aunque sea un insignificante detalle, pero nada, su mente confusa no recordaba nada de nada, era como si tuviera un lienzo totalmente en blanco del cual no había rastro de memorias ni recuerdos.Nada bueno, nada malo… solo nada. Ella no recordaba quien era ni de donde provenía, solo sabía su nombre porque el médico que la trataba se lo había dicho, lo que hacía que todo le pareciera ins
Capítulo I: Un Accidente DesafortunadoUna semana antes—¡Leyna! —gritó Hanna, la niña de diez años que estaba con su camisón rosado sentada en su cama—. ¿Qué cuento toca hoy?Leyna estaba peinando a Gretel, otra niña de seis años que pertenecía al orfanato.—Uno que amaras —Leyna le guiñó un ojo y se rio entre dientes mientras trenzaba el largo cabello rubio de la niña pequeña que abrazaba a un oso de peluche.La joven que contaba con veintiún años cumplidos trabajaba en el mismo orfanato en el cual fue criada hasta los dieciocho años.El gobierno alemán pagó su manutención desde que llegó a ese lugar a la edad de tan solo tres años y como nunca nadie la adopto, su infancia y su adolescencia la pasó entre el jardín de calas blancas y el castillo de sus sueños con grandes ventanales.Las monjas que la cuidaron eran un amor con ella, que además de criarla, también cuando fue mayor de edad y el gobierno ya no pagó más por su cuidado, la madre superiora y directora le había ofrecido trab
Josh vestido en un traje azul impecable, estaba sentado en la mesa larga de ébano del comedor principal de la mansión, tomándose su café matutino y leyendo la sección de economía en el periódico.Las ganancias de la fabricación de autos de lujo estaban dando más dinero de lo esperado, que lo posicionaban en la mejor empresa del año. Sonrió un poco nostálgico, porque si su padre estuviera vivo, entonces él sería un orgullo para el Señor Bemberg.Dejó el periódico a su lado y tomó la taza de café desde el mango de la loza. Pero el trago que dio al líquido negro y fuerte, fue más amargo de lo normal, ya que escuchó de manera violenta el freno de un vehículo.«Hendrik de nuevo» pensó apretando sus dientes y perdiendo la paciencia. Su día estaba arruinado, eso era seguro.Él se levantó para ver si su intuición era la correcta. Comenzó acercarse hacia la puerta de la mansión, justo donde quedaba la terraza de sillones de mimbre blanco, pero cada que caminaba más y más, los lamentos y los so
Capítulo III: Inocencia PuraEl doctor Fisher le dio la mano, pero no estaba muy convencido. Además, el apellido de Josh le sonaba, pero no sabía de qué, el doctor no podía recordar, sin embargo, todas las dudas se disiparon cuando escuchó la angustia en la voz del joven. —¿Cómo esta ella? —preguntó Josh con notable preocupación en su voz.El doctor suspiró con pesar.—No voy a mentirle. La señorita Keller está gravemente herida. Ella fue atropellada a gran velocidad, por lo que en estos momentos estamos haciendo todo lo posible para salvarle la vida.Escuchar eso, fue como si a Josh le pusieran una mochila cargada de piedras sobre sus hombros. Sus ojos dorados se fijaron en el suelo y por un segundo pensó que se desplomaría ahí mismo. Era cierto que no conocía a la joven, pero es que el hecho le estaba afectando más de lo esperado, al darse cuenta de la conexión que tenían en común, ya que su victimario era su hermano.El doctor notó la angustia del joven y extendió su brazo hacia
Capítulo IV: La Señorita Keller está en Coma InducidoJosh se había quedado dormido en el sillón de la sala de espera, sin embargo, un suave remezón en su hombro lo despertó de golpe. Tragó saliva cuando vio a un policía delante de él.—¿Señor Bemberg?—Si, soy yo —Josh se puso en pie y le tendió la mano al policía, el policía de inmediato lo estrecho, saludándose.—Nos dijeron que usted es el novio de la chica que ha sido atropellada.—Si, así es.—Bueno le comento que, en ese caso, necesitamos hablar con un familiar directo de ella, ya que debemos recabar más antecedentes. Josh arrugó sus cejas.—Soy su prometido —mintió seguro de sí mismo—. Puede decirme todo a mí.Él desconocía si Leyna tenía o no familia, pero prefería hacerse cargo de todo, ya que, si involucraba a la familia de Leyna, entonces todos descubrirían su mentiría, y sería aún peor.El policía frunció el ceño, pero reconoció que el hombre que decía ser el prometido de aquella mujer desconocida, era nada menos que el