Capítulo XXX: Hendrik (Parte Dos)Leyna salió de la habitación y notó el terrible silencio del pasillo.Ella dio vueltas un par de veces, sin encontrarse ni siquiera con los empleados que trabajaban en el lugar.Los días que llevaba se dio cuenta que esa ala de la mansión solía ser privada y solitaria, ya que era el lugar en donde Josh más frecuentaba. Sus pies se detuvieron en una amplia entrada de dos puertas de madera de roble. Conocía a la perfección que ese era el despacho de su prometido, porque Josh hace días le había mostrado cada parte de la hacienda. Leyna golpeó la puerta dando dos toques y al no oír respuesta, decidió pasar al despacho de Josh. Solo asomó su cabeza y vio al gran Ceo, imponente y guapo, sentado en su escritorio de roble brillante con un montón de papeles encima. El remolino de emociones se acentuó en su vientre.Él tan solo llevaba una playera blanca y un pantalón de pijama negro. Su cabello rubio castaño claro como el sol estaba desordenado y se notaba a
Capítulo XXXI: La voy a PerderLa tarde del martes llegó demasiado rápido, que Josh ni cuenta se dio, cuando Amelia ya estaba en el vestíbulo esperándole, lista y ansiosa para el reencuentro con su hijo menor. Ella le había pedido a una de sus empleadas que empacaran los dulces favoritos de Hendrik.Josh cuando la vio tan solo hizo una mueca, ya que su madre nuevamente vestía elegante con un traje de dos piezas color crema y bisutería sencilla en oro amarillo. —Cambia esa cara —le pidió Amelia luciendo una sonrisa de oreja a oreja—. Estas nuevamente como si te hubiera arrollado un tren.—Sabes lo que pienso de tus atuendos caros —dijo Josh dándole una mirada de reproche a su madre.Amelia juntó sus cejas en una V y negó con la cabeza.—No es por aparentar ni por creerme más que los demás, tan solo demuestro la clase y la elegancia que tengo y que tiene el apellido de mi difunto y amado esposo —repuso su madre—. Sabes que la gente te trata como te ve. Mi educación y mi crianza me lo e
Capítulo XXXII: Superando los Miedos (Parte Uno)Leyna salió de su habitación sintiendo una punzada en su abdomen, ya que hoy sería la primera vez, que saldría de la hacienda Bemberg, después de su accidente que prácticamente le había cambiado toda su vida.Ella no quería ir al centro de rehabilitación, no deseaba salir de su zona de confort, pero no era por el hecho de conocer al hermano menor de su prometido y de acompañar en este proceso tan duro que estaba enfrentando la familia Bemberg, sino porque ella para desplazarse hasta el centro de rehabilitación tenía que subirse a un vehículo y enfrentarse al ruido de los motores de los mismo, ruido que le daba pavor y ganas de llorar.Sin embargo, mientras caminaba por el pasillo, ella solo recordaba las palabras de su psiquíatra, que le había recomendado comenzar a enfrentar sus miedos y sus dudas, que este era un paso inevitable que tenía que dar con fuerza de voluntad y valentía, ya que, si no lo intentaba, entonces jamás lo superarí
Capítulo XXXIII: Superando los Miedos (Parte Dos)Amelia apareció por el pasillo sosteniendo una cajita blanca con los pasteles favoritos de su hijo menor. Observó con determinación a su hijo mayor y llegó a la misma conclusión de siempre: Josh estaba enamorado y a la vez obsesionado con Leyna.Amelia ya se había hecho la idea de que a su hijo mayor le sería imposible que soltara a esa extraña que prácticamente le había robado el corazón y el alma. Josh no se alejaría jamás de ella, por eso temía que Josh enloqueciera, cuando la verdad saliera a la luz.Ella esperó, pero al ver que los Josh y Leyna no se separaban, no le quedó de otra que alzar la voz:—Tortolitos —canturreó— Venga… que ya se nos hace tarde.Josh y Leyna se separaron. La chica no pudo evitar una risa nerviosa, luego buscó la mano de su prometido. Josh entrelazó sus dedos con los dedos de Leyna. Amelia se adelantó saliendo a la terraza y luego dirigiéndose por el camino de piedras que la llevaba justo a una camioneta n
Capítulo XXXIV: Centro de Rehabilitación (Parte Uno)Hendrik daba vueltas por la habitación.Aquella habitación completamente blanca y acolchada por todos lados le tenía hastiado y con ganas de romperlo todo, pero también comenzaba a sentir esa incertidumbre de su futuro y sobre todo del futuro de la chica a la cual había atropellado.Josh lo había lanzado como a un perro al centro de rehabilitación, aun cuando la chica se debatía entre la vida y la muerte y eso era un hecho que no le dejaba dormir en las noches, ni siquiera tomando pastillas para conciliar el sueño.Había tenido dos crisis de angustia y de ira, dos crisis en donde lo tuvieron que sedar, pero no era por la abstinencia de las drogas y el alcohol como todos creían, si no por la culpa que no lo dejaba ni respirar. Aquella chica de abrigo verde siempre se colaba en todas sus pesadillas, volviéndolo un ser miserable y a la vez arrepentido.Todas las noches rogaba a un ser supremo que esa chica pudiera salir ilesa del estúp
Capítulo XXXV: Centro de Rehabilitación (Parte Dos)—Ella tuvo un accidente —dijo Josh y Hendrik alzó una ceja—. Por eso la ves aun con un yeso en el brazo. Su accidente ocurrió al mismo tiempo que tu viniste al centro de rehabilitación, un imbécil la atropelló y casi la mata. Leyna ha perdido parte de su memoria y también de sus recuerdos. Ella no recuerda nada antes del accidente, por eso sé amable con ella.Hendrik abrió unos enormes ojos por la sorpresa. Su cuerpo tembló con visibles espasmos y algo en su pecho se paralizó, como si su corazón dejara de latir. Tragó saliva con fuerza, pero al parecer su garganta se secó, porque el líquido de su boca se evaporó.Él observó a la chica que tenía una sonrisa bonita en sus labios, ajena a la verdad, que era más turbia de lo que podía soportar.—Si, me desperté en el hospital y Josh me ha estado ayudando, pero… —Leyna sacudió la cabeza—. No hablemos de mí. Ahora tú eres quien importa y lamento que estes aquí. Tu hermano me conto algo sob
Leyna Keller se mantenía sentada, pero con las piernas estiradas en aquella camilla de aquel hospital público. Su mirada azul carente de emociones buenas estaba fija en aquel ventanal que daba vista hacia la caótica ciudad, sin embargo, su lenguaje corporal la delataba.Su cuerpo pequeño estaba tenso y adolorido, su estómago revuelto como un remolino y sus manos frágiles y delgadas empuñaban con fuerza las sabanillas que tapaban sus piernas desnudas y llenas de moretones violáceos, mientras no dejaba de morderse el labio inferior con brío.Ella era un caos en sí misma, ya que intentaba recordar algo, aunque sea un insignificante detalle, pero nada, su mente confusa no recordaba nada de nada, era como si tuviera un lienzo totalmente en blanco del cual no había rastro de memorias ni recuerdos.Nada bueno, nada malo… solo nada. Ella no recordaba quien era ni de donde provenía, solo sabía su nombre porque el médico que la trataba se lo había dicho, lo que hacía que todo le pareciera ins
Capítulo I: Un Accidente DesafortunadoUna semana antes—¡Leyna! —gritó Hanna, la niña de diez años que estaba con su camisón rosado sentada en su cama—. ¿Qué cuento toca hoy?Leyna estaba peinando a Gretel, otra niña de seis años que pertenecía al orfanato.—Uno que amaras —Leyna le guiñó un ojo y se rio entre dientes mientras trenzaba el largo cabello rubio de la niña pequeña que abrazaba a un oso de peluche.La joven que contaba con veintiún años cumplidos trabajaba en el mismo orfanato en el cual fue criada hasta los dieciocho años.El gobierno alemán pagó su manutención desde que llegó a ese lugar a la edad de tan solo tres años y como nunca nadie la adopto, su infancia y su adolescencia la pasó entre el jardín de calas blancas y el castillo de sus sueños con grandes ventanales.Las monjas que la cuidaron eran un amor con ella, que además de criarla, también cuando fue mayor de edad y el gobierno ya no pagó más por su cuidado, la madre superiora y directora le había ofrecido trab