Esa misma noche, Sofía y Dexter estaban teniendo una fuerte discusión. Dexter le había negado la oportunidad de volver a trabajar directamente en la empresa y dejó claro que no sería la guardaespaldas de Ava. Sofía, molesta y confundida, no entendía por qué actuaba así. Aunque durante su recuperación él la había tratado con mucho cuidado y, aunque disfrutaba de sus besos y roces íntimos, ella estaba decidida a no dejarse dominar por ningún hombre.
—Mira, macho alfa, eres igual que tu primo, un psicópata. ¿Quién, en su sano juicio, mantiene a una mujer encerrada y luego espera que haga lo que él quiera? Esta familia está loca. Déjame decirte algo, Dexter: no soy una mujer a la que cualquiera pueda controlar. — Sus palabras estaban llenas de rabia y frustración. Tenía los brazos cruzados, claramente mostrando que no iba a dejarse intimidar.
Dexter, con la mandíbula tensa, respondió con una mezcla de desesperación y firmeza en su voz.
—Sofía, eres mía, desde el momento en que llegaste a