Mundo ficciónIniciar sesiónCamelia.
El clima era asfixiante y ardiente hoy. Por suerte llevaba conmigo un sombrero playero y lentes de sol, aunque nuestro astro se las ingeniaba para quemarme en las zonas que escapaban a la fibra tejida sobre mi cabeza. Debí salir con una sombrilla, pero después de tanto tiempo sin pisar las calles, predecir la ciudad era como adivinar el ánimo del viento.
Suspiré al sentir el aire seco y caliente chocar contra mi rostro. El asfalto ondulaba en la distancia y la luz reverberaba como si todo estuviera al borde del delirio. Le compré un helado jugo de naranja a una vendedora ambulante y lo bebí de una sola vez. Fue entonces cuando mis ojos se toparon con una vitrina: ropa y artículos de bebé. Un deseo me recorrió yodo el cuerpo y la ansiedad se instaló en la boca de mi estómago.
Quería entrar. pero me detuve. No sabía aún si mi







