Capítulo veinte: Una locura
— ¿Qué haces aquí, Clinton? —pregunto con los brazos cruzados.Él ignora mi posición y se adentra en el departamento a toda prisa; como si de un vendabal se tratase. Recorre el lugar de un lado a otro.>> ¿Se puede saber qué buscas? — ¿Dónde está? —grita furioso.— ¿Quién?— ¡¿El lord capullo?! ¡¿Dónde está?!— Si te refieres a Mark…— ¿Y a quién más? —me interrumpe. Clinton luce muy molesto.— Ya se ha ido.— ¡No quiero que vuelvas a verlo! —me señala. Tengo la sensación de que puede echarse encima de mí en cualquier momento.— ¡No me digas! —exclamo rabiosa—. ¿Y cómo pretendes impedirlo?— Como sea. Haré lo que sea por que seas mía, solo mía.Sin previo aviso, se lanza hacia mi boca. Intento protestar, le golpeo repetidamente; pero es imposible separarme de él. Por más que lucho, él termina venciendo. Sus manos están en mi espalada, mi cintura, mis caderaas y finalmente, en mis glúteos.