CAPITULO 29.1
MÍA

Los primeros meses de universidad han pasado volando. Debe ser por lo magnífico y perfecto que ha sido. Joaquín y yo nos vemos allí todos los días por las mañanas y en las tardes y noches, en mi casa. Papá dice que le proponga mudarse a mi cuarto. Lo dice en broma obviamente. Para él, Joa es mi novio. ¡Dios! ¡Si hasta lo nombró yerno hace dos días en la cena! Joaquín casi se ahogó con una albóndiga.

—Yerno, ¿me pasas la sal, por favor?

Joaquín miró a ambos lados como si le hablara a otra persona. Cuando por fin logró tragar el pedazo de carne que tenía atorado en la garganta, le pasó la sal.

—Gracias, yerno.

No sé cómo hice para aguantar las ganas que tenía de tirarle el salero en la cabeza.

No ha sido el único bochorno que he pasado por culpa de mi padre. Lo trata como si ya me hubiera casado con él: le dice «hijo». ¡Por Dios santo!

Ni hablar de la abuela… Viene a casa tres o cuatro veces por semana, siempre a la hora que Joa está acá. Le mete conversación, lo abraza, lo besa, le
Nayla R. Noches

Que bonito lo que esta pasando con estos dos personajes. ¿Opinas tu?

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